En la estación Bulnes de la línea D de subterráneo comienza la acción de Plata Quemada. De ahí salen a la avenida Santa Fe los protagonistas de la novela, el Gaucho Rubio Dorda y el Nene Brignone, una dupla de pistoleros amigos y amantes. Vienen de Constitución, haciendo rodeos para evadirse de cualquiera que los siga, y se dirigen a una casa segura en Arenales al 3300. Ahí, en el departamento de Arenales, se reúnen con el Cuervo Mereles, adicto al Florinol y también pistolero, a repasar los detalles finales del robo que da inicio a la novela.
El puntapié inicial de la trama, el asalto a un camión de caudales en la Municipalidad de San Fernando, que efectivamente ocurrió la tarde del miércoles 27 de septiembre de 1965, condensa varios puntos en la poética pigliana: el género policial, las relaciones entre las categorías de ficción y de verdad, las vinculaciones entre el dinero y el poder y sus implicaciones políticas. En esta línea, la posta de Arenales funciona como la síntesis de un verdadero complot contra el complot del Estado y sus maquinaciones.
Es que, en la novela de Piglia, todo en los bandidos gira alrededor del derroche, de una suerte de potlatch permanente que pone en jaque los relatos oficiales acerca del dinero, del poder y de la política. “La plata es como la droga”, dice el narrador, “lo fundamental es tenerla, saber que está, ir, tocarla, revisar en el ropero, entre la ropa, la bolsa, ver que hay medio kilo, que hay cien mil mangos, quedarse tranquilo. Entonces recién se puede seguir viviendo”. La plata, así, se quema y se va quemando en sentido literal y metafórico. Los ladrones se dejan llevar arrastrados por el desenfreno, consumen y se consumen en el sexo, en la droga, en gastos excéntricos.
El departamento de Arenales, y el tren de vida del Nene, el Gaucho y compañía, dan cuenta de esto: “Consultados por la prensa, los propietarios de la rotisería de Arenales al 3300 dijeron que a diario se sorprendían con las compras que a toda hora realizaban los de enfrente. Lechones enteros, varios pollos al spiedo, cantidades de botellas del mejor vino. Miles de pesos por día y al contado riguroso. (…) Lo mismo dijo el propietario de una importante casa de música de la avenida Santa Fe. Dos señores que vivían en Arenales al 3300 efectuaron hace unos meses una compra muy importante. Grabadores, radios portátiles, estereofónicos, una discoteca completa. El monto y la cantidad de lo adquirido merecía su atención personal. Entonces fue a supervisar la instalación de los artefactos conociendo así el ‘departamento más fastuoso que haya visto nunca’, según expresó a los periodistas”.
Novela trágica y coral, Plata quemada muestra una deriva anárquica y autodestructiva cuya culminación –el enfrentamiento final entre los ladrones y la policía, y el dinero prendido fuego– encierra la inutilidad excesiva de las fuerzas de represión. El departamento en Arenales al 3300 es el inicio de esa deriva, y la condensa.