Si bien no es una locación central en su biografía, el Departamento Central de Policía puede ser útil para pensar en un Piglia al que quizás no estemos demasiado habituados: excedido de alcohol, peleador callejero, narrando con humor una escena que, pocos años después, en otro contexto, tendría un significado completamente diferente. De una noche de 1964 escribió lo siguiente:
“El viernes toda la noche presos en la comisaría de la calle Maipú. Una celda parecida a un baño helado. Con Tata, Jorge, Osvaldo y el viejo Cedrón. En realidad, todo demasiado absurdo. Estábamos en El Hormiguero, fuimos a escuchar a Mercedes Sosa, una folklorista que recién empieza y tiene una voz con un tono parecido al de Joan Báez. El Tata cantó unos tangos, estábamos un poco borrachos y de pronto, al salir, empezamos a pelear con un grupo de provincianos por un motivo que todos hemos olvidado. De pronto llegó la policía y fuimos presos. Muy injusto porque los folkloristas quedaron libres. Pasamos la noche conversando y en la madrugada llegó también detenido Alberto Szpunberg, que tampoco entendía muy bien lo que había pasado. Al final nos sacó Bimba, la mujer de Cacho, que tiene mucha experiencia en sacar gente de la cárcel”.