En su última visita a Argentina, en diciembre de 1983, Cortázar estuvo en Buenos Aires diez días. Su primer día completo lo pasó con su amigo Héctor Yanover, dueño de la librería Norte. Un tiempo después, Yanover contaría que Cortázar le decía a todo el mundo que él ‘paraba’ en la librería y que si querían alcanzarle algo lo dejaran ahí.
Débora Yanover, hija de Héctor, dice que su recuerdo de aquel encuentro “es el de haberlo visto como a un tipo enorme, pero niño. Es la imagen que deben tener todos. Estuvo en la librería, y se prestó a que todos los empleados se sacaran fotos con él. Yo también me saqué fotos, porque ya trabajaba con mi viejo. Fue todo muy chistoso, familiero y agradable. En las fotos él está parado en la librería, con estantes llenos de libros detrás, y hay unas imágenes en las que está charlando con mi viejo. También se sacó fotos con unos corredores de libros que justo estaban en el local”.