El Teatro Regina, así llamado en homenaje a la benefactora Regina Paccini de Alvear, cantante lírica portuguesa casada con Torcuato de Alvear y primera dama entre 1922 y 1928, es parte de un edificio que alberga la Casa del Teatro y desde 1997 también el Instituto Nacional del Teatro. Diseñado por Alejandro Virasoro, ejemplo de la arquitectura art decó con influencias de la tradición americana, fue inaugurado en 1938. En 1968 el teatro era dirigido por María Luz Regás, y fue ella quien le sugirió a María Elena Walsh que compusiera canciones para adultos y las presentara en el Regina. El proyecto consistía en armar un recital que se presentara durante una semana, pero el éxito de Juguemos en el mundo. Show para ejecutivos, hizo que durara muchos meses. En una atmósfera íntima, María Elena Walsh y sus músicos deleitaron al público con maravillosas canciones que se popularizaron rápidamente y hoy se siguen cantando, algunas de ellas casi convertidas en himnos. Melancólicas, críticas, profundas, humorísticas y profundamente poéticas, causaron sensación en un país autoritario y gris gobernado por la dictadura militar de Juan Carlos Onganía (la letra de “¿Diablo estás?” decía: “Me estoy poniendo la cartuchera/ y la casaca militar/ y con mi música de metralla/ a todos quiero ver bailar”). Las de este recital en el Teatro Regina (replicadas más tarde en salas de todo el país) son algunas de sus canciones más hermosas y conocidas, como “Vals del diccionario”, “Zamba para Pepe”, “Los ejecutivos”, “El 45” y “Serenata para la tierra de uno”. Dijo la crítica: “El espectador sale del teatro con la convicción de que María Elena Walsh ha reinventado la canción argentina”. “El público sintió que el aplauso era demasiado poco para canalizar la respuesta que suscitaba el llamado de la artista. Amor absoluto (…). Sí; sencillamente poesía. Como en Mozart”. A este mismo teatro volvió María Elena Walsh en 1975, luego de residir un tiempo en España, para presentar el recital “El buen modo”.