Retiro

“Retiro muestra, como tantas otras cosas alrededor de Gombrowicz, el modo en que vida y obra se confunden y borronean la línea que los separa. Acostumbrado a dar largos paseos nocturnos que tenían ahí su punto de culminación, Gombrowicz escribe en su Diario: “En mis recuerdos, todos aquellos días de mi vida normal en Buenos Aires están ‘recubiertos’ por la noche de Retiro”. Una noche que lo forma y lo deforma, y que aparece en su vida y en sus libros. En su novela Trans-Atlántico, por ejemplo, el antiguo Parque Japonés, ubicado frente a lo que hoy es la Torre de los Ingleses, es el escenario del encuentro entre Gonzalo, el Muchacho, Tomasz y Gombrowicz, primer puntapié en el conflicto del libro. Por otro lado, Retiro es tan significativo dentro del universo gombrowicziano que pasa a ser representativo de su posición estética e intelectual. Cuando Gombrowicz habla acerca de sus diferencias con el grupo Sur, escribe: “¿Cuáles eran las posibilidades de comprensión entre esa Argentina intelectual, estetizante y filosofante y yo? A mí lo que me fascinaba del país era lo bajo, a ellos lo alto. A mí me hechizaba la oscuridad de Retiro, a ellos las luces de París”.
Retiro es además un punto de relevancia en lo que se refiere a la sexualidad de Gombrowicz. Es el lugar en el que fue más intensa su búsqueda de muchachos y marineros y donde ejerció una sexualidad de límites borrosos, que él mismo calificó como de “rebajamiento”. Si, como escribe en una carta a sus amigos, Gombrowicz era persona sencilla y en materia erótica su maestro era el pueblo, se podría decir que Retiro es, entonces, su escuela.