“Gombrowicz llegó a Buenos Aires con poco dinero, sin conocer el idioma español, sin contactos y sin ganas de ocuparse en tareas que no fueran intelectuales. Esta suma de cosas lo obligó a vivir en pensiones muy económicas, como la de la calle Bacacay (septiembre de 1939). Si bien no hay registros de la dirección exacta y Gombrowicz afirmaba que se encontraba frente a la plaza Flores (algo imposible, ya que esta calle no rodea la plaza, sino que se encuentra a una cuadra), el domicilio adquirió una mítica muy particular.
A Gombrowicz la gustaba tanto la fonética de esa palabra que cuando tradujo del polaco al español su primer libro, un volumen de cuentos titulado inicialmente Memorias del tiempo de la inmadurez, cambió el título por Bacacay. Allí se incorporan algunos textos nuevos pero, por sobre todas las cosas, se hace hincapié (ya desde el nuevo título) en uno de los temas más importantes de su obra: la inmadurez.
“