“Solo iría al cielo si me aseguran que allá voy a tener una cancha de tenis”, dijo Bioy. Al cielo, no al infierno. Un escritor genial siempre dice lo mismo, pero piensa lo contrario. Y tiene humor. También lo confirma su biógrafa, Silvia Arias: si se le preguntara a Bioy por sus lugares preferidos en Buenos Aires, él diría : “cualquier cancha de tenis, he sido tan feliz allí”. Bioy fue campeón juvenil. Una molestia en la espalda (pero de seguro el destino) lo hizo alejarse del tenis y del deporte, y entre los efectos de esa condición fue volverse escritor. Casi todos los días iba al Lawn Tennis Club, de que llegó a ser vicepresidente, después vocal (con obvias y periódicas ausencias a las reuniones de comisión directiva), y de hecho intervino en la operación inmobiliaria para que facilitaran el predio de la calle Olleros en 1989. El salón principal del Lawn Tennis Club hoy lleva el nombre de Bioy.