El Mercado del Plata, ubicado entre las calles Sarmiento, Perón, Pellegrini y Pasaje Carabelas, funcionó entre 1856 y 1947, año en el que fue demolido. En ese lugar se encuentran Elena Fernández y Luca el Tano Lombardo, dos rebeldes en busca del Museo de la novela. Estamos en “Los nudos blancos”, un relato que, al interior de La ciudad ausente, es ideado por la máquina de hacer ficción de Macedonio Fernández y leído por Junior, el protagonista de la novela. La estructura del cuento es especular y concéntrica: las referencias se despliegan y se cruzan de una narración a la otra de modo que el relato enmarcado da claves para leer el relato-marco, y viceversa.
La ciudad de la novela de Piglia es una ciudad paranoica: entre las maquinaciones personales y el simulacro político, la experiencia de calles y avenidas, de Museos y de Clínicas, es siempre una ficción alucinada. En esa línea, el Mercado del Plata es descrito como un bastión de resistencia para marginados: “El subsuelo del Mercado del Plata se comunicaba con las calles que cruzaban por debajo de la 9 de Julio y con los pasillos del subte de la estación Carlos Pellegrini, donde confluían todas las líneas de la ciudad. Ese era un punto de fuga, ahí se nucleaban los refugiados y los rebeldes, los hippies, los gauchos, los espías, todos los ex, los contrabandistas, los anarcos. Para llegar al edificio tenían que atravesar una playa de estacionamiento abandonada, una tierra de nadie entre los refugios y la ciudad”.