Con ese nombre se conocía al Hospital Neuropsiquiátrico de Hombres (así llamado desde 1949), sobre la calle Vieytes, hoy Ramón Carrillo 375, en el barrio de Barracas. Desde 1967 lleva el nombre de Hospital Psicoasistencial Interdisciplinario José Tiburcio Borda, en honor a este catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Buenos Aires. Un oratorio interno de la Virgen de la Merced, patrona de presos y asilados, remite a uno de los antecedentes de la institución ubicado en estos terrenos: el Hospicio de las Mercedes, desde 1873 (y antes, Hospicio de San Buenaventura). A Vieytes se refiere, todavía, la famosa “Balada para un loco” (1969) de Astor Piazzola: “De Vieytes nos aplauden: Viva! Viva!,/ los locos que inventaron el Amor”.
En la novela el manicomio de Vieytes se menciona explícitamente en relación a Iván Petróvich: el violinista dueño del Moscova, ser hipersensible y vulnerable que termina internado allí y despojado de su bar. Petróvich remite al tópico del artista loco o enloquecido, muy importante para la poética de Sábato. Fernando Vidal Olmos se explaya sobre los casos del pintor surrealista suicida Oscar Domínguez, personaje histórico, y del pintor ficcional Juan Pablo Castel, protagonista de El túnel, la anterior novela de Sábato. Estos personajes, y el mismo Fernando, otro ser de personalidad dislocada, habrían sido castigados por levantar el velo sobre la verdad del Mal (la Secta de los Ciegos) que gobierna el mundo.
En general la locura sobrevuela Sobre héroes y tumbas, empezando por la familia Olmos, algunos de cuyos miembros son o han sido alienados. Más allá de los individuos, atraviesa toda una historia de guerras civiles y cabezas cortadas, alude al desgarramiento y la desintegración del tejido social argentino, provocados por la violencia incesante.