La parroquia de la Inmaculada se inauguró en 1878, poco antes de que el barrio de Belgrano pasara a ser parte de la Capital Federal en 1880. Su construcción, iniciada en 1865, estuvo a cargo del ingeniero Nicolás Canale, su hijo José Canale y el arquitecto Juan A. Buschiazzo. Se la conoce popularmente como “la Redonda” por su infrecuente planta circular; su diseño, de estilo neoclásico italiano, se inspira en el Panteón de Roma. En la fachada se alinean diez columnas de fuste liso y capitel corintio. Destaca por sus dimensiones, con 43 metros de altura y una cúpula de 20 metros de diámetro que disemina una gran luminosidad.
Fernando Vidal Olmos menciona esta iglesia porque hasta allí es guiado Celestino Iglesias por el emisario de la Secta de los Ciegos que va a buscarlo a su pensión del Once. Pero realidad no entran en ella, sino en una “fila de viejas casas de dos pisos, tangentes al círculo de la Iglesia”. Cuando ellos abandonen el lugar, Fernando seguirá sus pasos por departamentos abandonados y semiderruidos, hasta internarse en túneles que parecen ser los de las Cloacas de Buenos Aires, pero que terminan llevándolo a experiencias y encuentros inauditos.
Por otro lado, en la misma noche de la quema de las iglesias, Martín camina al azar por las calles de Buenos Aires. Sin saber cómo, llega ante la Inmaculada Concepción y ve de pronto ingresar a Alejandra (que avanza como una sonámbula dirigida por una voluntad superior), en las viejas construcciones adyacentes a la Iglesia. El oscuro vínculo que la une a Fernando y a los Ciegos alcanza, aquí, un punto de ambivalente revelación para el lector.