En esta emblemática editorial, Nanina, la primera novela de Germán García, saltó a la fama. Tenía veintidós años cuando, en la librería Fausto, Germán conoce a Bernardo Kordon y le da a leer su manuscrito. Es a través de Kordon que Nanina llega a la editorial de Jorge Álvarez, donde la lee Rodolfo Walsh, y deciden publicarla.
La novela tuvo una enorme repercusión mediática. Agotó cuatro ediciones en tres meses, antes de ser prohibida por violar el artículo 128 del Código penal en lo referente a la publicación de obscenidades. Fue entonces cuando dos policías incautaron los ejemplares que quedaban en la editorial. Edmundo Sanmartino, juez en lo correccional, falló contra la novela en junio de 1969, y condenó a su autor y a uno de sus editores (Juan José Lecuona) a un año de prisión en suspenso.
En parte de la sentencia se lee: “Es evidente que Nanina es una osada obra de lenguaje impúdico, de incoherente contextura y de exhibición de escenas reñidas con el más elemental decoro. El protagonista no tiene ubicación precisa en el tiempo, ni en la geografía. Tan pronto es un niño, como un adolescente. Está en Junín, en Rawson o en Buenos Aires. Sin transición, sin etapas intermedias, sin un proceso lógico de cambio y de transformación. Por puro afán de ser original, de espantar al lector equilibrado o simplemente por incorregible incoherencia mental”.
Dos meses después, la misma editorial publicó Proceso a Nanina, un libro en el que Daniel Ortiz compila los textos periodísticos que anticiparon y reseñaron la salida de la novela, y los que informaron y opinaron sobre su posterior prohibición. El libro también incluyó el texto de la defensa esgrimida durante el juicio por el abogado Bernardo Beiderman, y una parte del texto de la sentencia del juez Sanmartino; concluía con una entrevista imperdible al propio Germán García.