Aquí suceden buena parte de los principales acontecimientos de la novela. En este barrio, en la esquina de Río Cuarto e Isabel la Católica, se sitúa la vieja casa de los Olmos, resto de un pasado esplendoroso. Tiene un cuerpo principal y un Mirador (el dormitorio de Alejandra) donde convergen al final todos los hilos de la pasión, el sexo y el crimen.
La zona sur de Buenos Aires fue, hasta la epidemia de fiebre amarilla en 1871, el área de residencia preferida por la clase alta, que luego empezó a trasladarse hacia el norte. En Barracas (entonces la Calle Larga, actualmente la avenida Montes de Oca), ubica José Mármol la quinta de la acaudalada y bella heroína de su novela Amalia (1851). Como se narra en Sobre héroes y tumbas, algunas de las mansiones se reciclaron en conventillos o se convirtieron en ámbitos abandonados y ruinosos. La novela menciona especialmente la Parroquia de Santa Lucía (inaugurada como tal en 1887), patrona tutelar del barrio. Las campanas de esta iglesia retornan en la memoria atormentada de Alejandra y se vinculan al misterio de la ceguera.
Sábato realizó un cuidadoso trabajo pre-textual para construir, tanto el árbol genealógico de los Vidal-Olmos, como para imaginar la casa. Algunos de sus bocetos se publicaron en el diario Clarín (3/7/80), donde enumera las quintas de otras familias (Álzaga, Guerrero, Brown, Cambaceres, Miguens, Sáenz Valiente) que vivieron en Barracas.