En el frente del edificio de nueve pisos, construido en 1908 con un estilo academicista y destinado en principio a la Caja Internacional Mutual de Pensiones, una escultura levantaba una lámpara en alegoría de la libertad y el conocimiento. Así iluminado, en el mes de junio de 1986, Germán García funda la BIP, Biblioteca Internacional de Psicoanálisis, y continúa, así, la experiencia hecha en España por Oscar Masotta de la Biblioteca Freudiana de Barcelona. La dirección exacta de la BIP en este popular edificio porteño conocido como “el de los cuarenta balcones y ninguna flor” por el poema de Baldomero Fernández (pertenencia que el propio autor se encargó —sin ningún éxito— de desmentir) era Pueyrredón 538 2° B, primer cuerpo.
En una entrevista, Germán García afirma: “La BIP es transgrupal, no exige la exclusividad de sus asociados. Se puede pertenecer a cualquier grupo y también a la BIP. Como lo dice su nombre es una biblioteca —hay libros, hay información actualizada— que se propone como internacional —es decir, abierta a la que se realiza y publica en diferente países y lenguas—. La pertinencia de la fundación de la BIP se explica por esa misma dispersión, por la imposibilidad de generar una serie cuyo interés explícito sea impulsar la investigación en psicoanálisis”.
En este contexto crea la revista Descartes, en cuyo primer coloquio, “El efecto Rayuela: 25 años después”, participaron Cesar Aira, Miguel Briante, Nicolás Casullo, Beatriz Sarlo, Jorge Dorio, Martín Caparrós, Elsa Drucaroff, Abelardo Castillo, David Viñas, Jorge Telerman, Ana Barrenechea, Nicolás Rosa, Guillermo Schavelzon, Pacho O’Donell y Claudio Uriarte.