Desde su regreso de París en 1956, María Elena Walsh vivió casi siempre entre Barrio Norte y Palermo. Al principio, todavía con Leda Valladares, en una pensión ubicada en Canning (hoy Scalabrini Ortiz) y Las Heras. Más tarde, aproximadamente entre 1965 y 1975, en un departamento situado en la esquina de Laprida 2002 (y Melo), evocada en un verso de su “Vals municipal”: “y es la flauta del afilador/ que recorre la calle Laprida”. En esa época era asidua clienta de la librería Norte de Héctor Yánover, también poeta, sita en Avenida Las Heras 2225. En 1976 María Elena Walsh compró un departamento en el piso 13 de Sánchez de Bustamante 2156, entre French y Juncal, que fue ampliado más tarde cuando se puso a la venta el contiguo y fue posible tirar abajo la pared que los separaba. Allí, en ese espacio donde la luz se colaba de lado a lado, vivió con Sara Facio hasta abril de 1983, cuando se mudaron a Scalabrini Ortiz 3237, donde María Elena Walsh vivió hasta su muerte y sigue habitando Sara. En esta última casa, amplia, ordenada, limpia, luminosa, se recibía a los amigos, se festejaba el 25 de Mayo, se trabajaba y se disfrutaba de los libros y los gatos. En las inmediaciones, María Elena Walsh frecuentaba cafés: el Martínez de la esquina sudoeste de Cerviño y Scalabrini Ortiz (hoy mudado enfrente y con una decoración muy diferente) o, algo más alejado, el tradicional Tabac de Coronel Díaz y Avenida Libertador. Su librería era La Barca, de Chiche Weissmann, ubicada primero en Cabello entre Ugarteche y Scalabrini y desde los 90 en Scalabrini Ortiz 3048. Hoy dirigida por Ana Basualdo, La Barca guarda una memoria muy especial de María Elena Walsh: además del pequeño retrato en la pared entre los de otros escritores, los dos tilos de la puerta, regalados a Chiche por la escritora-lectora, tilos llamados uno María y el otro, Elena. En relación con alimentos menos espirituales, las delicias para el té las proveía la panadería y confitería Santa Paula, en Scalabrini Ortiz 3154.