Departamentos de Ivonne Bordelois. Aráoz 2540 y Quintana 494

La amistad entrañable que las unió hasta la muerte de Alejandra comenzó en París y continuó, a la vuelta de ambas, en Buenos Aires. Allí, Bordelois iba a menudo a casa de Alejandra, y esta iba a los dos departamentos que tenía la familia Bordelois. No era solo la amistad lo que las unía, sino sucesivos trabajos que emprendieron juntas. Por un lado, la traducción de poemas de Yves Bonnefoy, que les llevó mucho tiempo y peleas por su dificultad, y que hicieron para Sofía Maffei, dueña de Carmina, una editorial de poesía sumamente refinada y de gran prestigio en esos años. Por otro, la entrevista que le hicieron también juntas a Borges, y para la cual Alejandra insistió en que Bordelois la acompañara tanto en la preparación de las preguntas como en la visita al escritor, que la intimidaba y con el cual suponía que Ivonne se desempeñaría mejor por el mundo del cual venía. Esta entrevista la hicieron para la revista del poeta venezolano Juan Liscano, Zona Franca, donde Alejandra también contribuía con poemas, críticas de libros y otras entrevistas a escritores argentinos.

También estaba la vinculación de ambas con Sur –con la que Bordelois colaboraba habitualmente y otros amigos comunes que tenían que ver con la Facultad, donde Ivonne daba clases.

Estas visitas se prolongaron hasta que Alejandra se mudó al departamento de Montevideo, al que Bordelois llegó a ir varias veces, pues después se fue al MIT de Boston a hacer su doctorado en lingüística con Noam Chomsky. El contacto continuó en una serie de cartas llenas de humor y de confesiones por parte de Alejandra, en las que hablaba de sus dificultades en todo lo relativo a la vida cotidiana.