La Estación Flores es el último lugar donde el Comentador de Los siete locos. Los lanzallamas conversa con Erdosain, después de haber escuchado su historia durante tres días. Es un lunes de agosto a la noche. Después de vestirse “esmeradamente”, Erdosain le entrega al Comentador una carta para Elsa y le pide que lo acompañe a la Estación de Flores, del Ferrocarril Sarmiento. Erdosain enciende un cigarrillo tras otro mientras caminan en silencio por las veredas arboladas de la calle Bolivia. Al llegar a la estación, “tomamos el camino de piedra que detrás del edificio se utiliza para el tránsito de coches. A través de los árboles del parque brillaban pedazos de vidrieras de dos cafés esquinados. El altoparlante de una radio graznaba agudo. Nos detuvimos junto a la saliente que en aquella dirección del edificio forma una especie de torreón con techo de pizarra a dos aguas, y en el piso primero una balconada enjalbegada con cal. Bajo los triangulares soportes de la balconada, fulgían tristemente en cada vértice del torreón –como en un establecimiento carcelario– dos lámparas eléctricas. De una puerta abierta de desteñidas hojas verdes escapaban tufos de creolina”. Erdosain saca un boleto hasta la Estación Moreno y se despide del Comentador. Ya en el tren, una hora y media después, se suicida con un balazo en el pecho.