Desde 1948, Cortázar trabajó como empleado del estudio de traducción de Zoltan Havas, un traductor público nacido en Hungría. Durante tres años, tradujo documentos, y reglamentos. El trabajo de traductor jurado se complementaba con el trabajo como traductor literario que Cortázar hacía desde hacía varios años, y que haría duante casi toda su vida.
Julio Cortázar no solo trabajaba como traductor. Su obra está marcada por la idea de pasaje, tan presente en el oficio de traducir (que resulta más un ritual de pasaje que de sustitución). Además, su vida estuvo marcada, en muchos sentidos, por la traducción. Dos de las mujeres más importantes de su vida fueron traductoras: Aurora Bernárdez y Carol Dunlop. Muchos de sus amigos fueron traductores.
Además, sus libros fueron traducidos a muchos idiomas, y en la mayoría de los casos él mismo se ocupaba de supervisar las traducciones al inglés y el francés. Resulta de especial interés el intercambio epistolar de Cortázar con sus traductores, porque a cada paso él se permite corregirlos y darles alternativas a las palabras usadas por ellos. En muchos de los casos, esas correcciones se relacionan con la distancia que hay entre los otros idiomas y el uso porteño del idioma español.