Uno de los nombres del Hospital Borda fue el de Hospicio de las Mercedes, entre 1888 y 1949, y así aparece mencionado en Los siete locos. Los lanzallamas. Es un escenario importante porque allí internan a Ergueta, en medio de un delirio místico, y es allí donde entra en lo que él llama “el conocimiento de Dios”, cuando dialoga con el “Hijo del Hombre”. Apenas internado, Ergueta “despertó al amanecer en la sala. Un paralelepípedo de luna ponía un rectángulo azul en el encalado del muro frente a su cama. A través de los barrotes de la ventana abierta se veía al cielo encuadrado por el contramarco, un cielo poroso y seco de azul como yeso teñido de metileno. En el retículo de los hierros temblaban los hilos de agua de una estrella”. Ergueta sale del hospicio por unos trámites de dudosa legalidad que realiza Hipólita, secundada por el Astrólogo, y se instala en la quinta de Temperley, donde estudia la Biblia y se prepara para predicar “la verdad revelada”. En el Hospicio de las Mercedes también estuvo internado Bromberg, el Hombre que vio a la partera, quien, según le cuenta el Astrólogo a Hipólita, “continuó simulando la persecución del fantasma, hasta que una noche consiguió fugar”.