Mencionado varias veces en Sobre héroes y tumbas, visible desde diversos puntos de la ciudad, el rascacielos Kavanagh, de 33 pisos y 110 metros, inaugurado en 1936 y situado en el barrio de Retiro, en una manzana triangular sobre la barranca de la Plaza San Martín, fue por largo tiempo el edificio de hormigón armado más alto del mundo, exponente de un Art déco de inspiración neoyorquina, con otros toques estéticos. Recibió importantes premios internacionales y es Monumento Histórico Nacional desde 1999.
Martín lo mira melancólicamente en una noche desdichada: “También allá arriba, en el piso treinta o treinta y cinco, acaso en una pequeña piecita de un hombre solitario, también se encendía una luz. ¡Cuántos desencuentros como el de ellos, cuántas soledades habría en aquel solo rascacielos!”. La “piecita”, por lo menos, solo era verosímil para su sensibilidad desolada y romántica (salvo que se tratara de un alojamiento del servicio). Lo cierto es que el Kavanagh fue planeado como vivienda de lujo, con amplios departamentos provistos de los más avanzados elementos de confort existentes entonces (aire acondicionado central, pileta de natación y gimnasio, talleres de lavado y planchado, central telefónica, entre otros).