En la entrada hoy se ve una mesa con las figuras (dos esculturas del artista Fernando Pugliese) de Borges y Bioy. Los dos están sentados y sonrientes. La mesa 20, fuera o no fuera, como declaró el dueño, era la mesa de Bioy, y si él no iba, no la ocupaba nadie. Ahí almorzaba casi todos los días. En La Biela hay ciertas fotos sacadas por Bioy, a quien también le fascinaba la fotografía. La Biela estaba en un lugar estratégico, a dos cuadras de su casa. No es difícil imaginarlo cerca del mediodía recorrer esas cuadras y leer las noticias de los diarios en su mesa de siempre.
La Biela es uno de los bares con más historia de Buenos Aires. El bar, como lo conocemos hoy, comenzó su trayectoria en la década de 1950. Como puede leerse en su página web, “Por entonces, un grupo de adoradores de la velocidad, después de agotar la paciencia ajena, fue expulsado del lugar que frecuentaba para sus reuniones. Y qué mejor idea que disipar el mal momento con una picada. La aventura fue corta para uno de ellos ya que la biela de su auto dijo basta en la esquina de Junín y Quintana. Por ese entonces, un tal ‘Bitito’ Mieres se bajó de su coche y reunió a sus compañeros, Jorge Malbran, Ernesto Torquinst, y otros, afincándose en este pequeño bar al que bautizaron La biela fundida primero, y luego simplemente como La Biela”. Algunos de los personajes que la frecuentaron fueron los Reyes de España, Ernesto Sabato, Julio Cortázar, Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Facundo Cabral, Pérez Celis, Jackie Stewart o Emerson Fitipaldi.