Los cafés tuvieron mucha importancia en la vida de Gombrowicz, antes, durante y después de su exilio en Buenos Aires. En Polonia frecuentaba los cafés Zodiac y Ziemiańska; en Berlín, el Zuntz. En La Fragata conoció a uno de sus amigos más íntimos y duraderos en la Argentina: Alejandro Rússovich, que convivió con él entre 1948 y 1953. Así describe Rússovich el momento en que conoció al escritor polaco: “Era abril de 1946. Me encontraba en el café La Fragata con Adolfo de Obieta, José Patricio Villafuerte y Virgilio Piñera. Estaba al tanto del trabajo de traducción que hacían con Ferdydurke. Pero de Gombrowicz sólo sabía que era conde –algo probablemente falso–, que era raro, que recurría a todo el mundo para conseguir unos pesos o para que lo invitaran a comer. Se hablaba de él más como personaje que como escritor. Esperaba, en consecuencia, encontrar a alguien pintoresco cuando lo vi entrar por primera vez en La Fragata”.