Probablemente La Paz sea el bar más transitado en los diarios, mencionado no menos de cincuenta veces. Por ejemplo: “Se sentó a una mesa del bar La Paz contra la ventana, otra vez un bar y en una mesa que da a la calle, la repetición se había convertido en su marca”, o “Sentado en el bar La Paz, como tantas veces, hacía tiempo ahí”.
La Paz fue, sin lugar a dudas, uno de los nodos culturales más importantes de Argentina. Ahí Piglia escribió, corrigió, editó y leyó durante muchas horas, semana a semana, año a año. Ahí se encontró con parejas, amantes, amigos e intelectuales, con los que mantenía discusiones que duraban hasta muy tarde. Entre las citas que tuvo en este bar están, por nombrar solamente a algunos: Jorge Álvarez, Beatriz Guido, Miguel Briante, Noé Jitrik, Carlos Altamirano, Mario Benedetti, Héctor Schmucler, Enrique Tandeter, Federico Luppi, Héctor Alterio, David e Ismael Viñas, Germán García, Jorge Di Paola, Aníbal Ford, Luis Gusmán, Haroldo Conti, Beatriz Sarlo, Germán Rozenmacher, Juan Martini, Sylvia Iparraguirre, Oscar Steimberg, Roberto Jacoby y Umberto Eco.
La Paz es, además, el lugar en el que eligió contar que Cortázar elogió su cuento “Desagravio”, en 1964, cuando Piglia era un joven desconocido en el mundo de las letras.