El 28 de agosto de 1947, con la excusa de difundir Ferdydurke, la primera novela de Gombrowicz que se acababa de traducir al español, se organizó una presentación en la librería Fray Mocho, uno de los espacios culturales más importantes de la época. La invitación provenía de la SEA, la Sociedad de Escritoras y Escritores de Argentina, y se tituló “Contra los poetas”. Consistía en una provocación explícita, en un manifiesto estético sin precedentes en la Argentina, que causó revuelo en el auditorio: lo chiflaron, le arrojaron cosas y hubo algunos que quisieron golpearlo. Escribe Juan Carlos Gómez: “Gombrowicz sacó del bolsillo un papel y un reloj y leyó: ‘Chip, chip, me decía la chiva/ mientras yo imitaba al viejo rico./ Oh rey de Inglaterra viva/ el nombre de tu esposa Federico’. Hizo una pausa y declaró: ‘–Sé que entre el público hay por lo menos unos veinte poetas (…) Les doy un minuto para la réplica’. Se levantó Córdova Iturburu, y tras él muchos más pidieron hablar. Córdova Iturburu trató de leer algo, pero no encontró las papeletas. Gombrowicz se declaró entonces el rey de los poetas”.