En Méndez de Andes 2138 transcurrieron la infancia y adolescencia de Roberto Arlt. Allí se mudó, hacia 1901 o quizá 1902, el matrimonio Arlt con su pequeño hijo; en 1903 nació Luisa, a quien llamarán Lila, y que muere joven, en 1936. Era una típica vivienda de barrio, con sala de ventanas que miraban al jardín del frente, habitaciones corridas que daban a un patio emparrado y un fondo donde se ubicaba el gallinero. En esos comienzos del siglo XX, el barrio de San José de Flores mostraba acentuados contrastes sociales: las quintas residenciales, las elegantes casas de veraneo, las mansiones de arquitectura española, se alzaban en calles tranquilas, vecinas a la plaza central, llamada General Pueyrredón; pero a muy pocas cuadras de allí, las modestas casas del barrio cubrían las calles de tierra que se convertían en andurriales los días de lluvia. La infancia de Arlt transcurrió entonces como la de cualquier chico pobre de un barrio de Buenos Aires en cuyas calles se confundían los argentinos y los inmigrantes, y en las escuelas convivían los hijos de obreros, empleados, maestros, pequeños comerciantes o profesionales. Arlt vivió en la casa de Méndez de Andes hasta los diecisiete años, cuando, enfrentado con su padre, abandonó el hogar: “Hubo una época”, escribe Arlt, “en que la vida fue dura para mí, e hice, sucesivamente, los trabajos de dependiente de librería, aprendiz de hojalatero, aprendiz de pintor, mecánico y vulcanizador. He dirigido una fábrica de ladrillos; después fui, cronológicamente, corredor, director de un periodicucho y trabajador en el puerto”.