Situada en el barrio de Monserrat, nació de la unión de dos plazas anteriores: la de la Victoria y la del Fuerte, una vez demolida la Recova vieja en 1884. La Plaza conmemora la Revolución de Mayo de 1810, primer hito en el camino hacia la independencia nacional. En su centro se encuentra la Pirámide de Mayo, monumento construido en 1811 para celebrar su aniversario.
Este ámbito es un centro neurálgico de la ciudad y del país, que reúne, en su entorno, varios de los principales puntos simbólicos y sedes institucionales: el Cabildo, la Casa Rosada, la catedral metropolitana, el Palacio de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la casa central del Banco de la Nación. Concentra las más importantes manifestaciones públicas multitudinarias desde hace más de un siglo. A partir de 1977 las Madres de Plaza Mayo marcharon sobre ella para reclamar por sus hijos desaparecidos.
En la plaza desembocan varias líneas de subte: A, E y D. Precisamente, Fernando hace incontables veces el recorrido completo de la línea D (por entonces, Plaza de Mayo-Palermo y viceversa), para estudiar los movimientos del ciego vendedor de “ballenitas”. Aquí da comienzo a su investigación sobre los ciegos: en su teoría, la Secta secreta que gobierna el mundo: “Fue un día de verano del año 1947, al pasar frente a la Plaza Mayo, por la calle San Martín, en la vereda de la Municipalidad (…) Delante de mí, enigmática y dura, observándome con toda su cara, vi a la ciega que allí vende baratijas”.
La plaza surge también en el debate de un joven obrero con una mujer de Barrio Norte. Si bien aquel no está de acuerdo con la quema de iglesias orquestada por facciones del peronismo, le enrostra a la mujer la criminalidad de las fuerzas antiperonistas que antes han bombardeado Plaza de Mayo, con un saldo de más de trescientos muertos y miles de heridos, civiles la mayoría.