La plaza tiene una calesita y juegos infantiles. Fogwill solía llevar a jugar a sus hijos y aprovechaba esas salidas para dar entrevistas o pautar encuentros con clientes, para hablar de los avances de sus investigaciones de mercados.
La plaza, además, era un lugar de caminatas. La actividad física siempre le preocupó, entre otras cosas, para menguar la ansiedad que le aparecía por intentar no fumar. De la plaza sabía hasta la facturación diaria (con proyecciones mensuales) del calesitero y quién sacaba a pasear sus perros sin bozal. Descubrió, también, la masiva presencia femenina mientras se pasaban partidos de fútbol por la televisión.
Muy cerca de la plaza, en Gascón y El Salvador, funcionó el primer local de la La Internacional, la librería del poeta y músico Francisco Garamona, a la que Fogwill asistía con regularidad. El librero se convirtió en su editor, con el sello Mansalva.
Cerca de esa plaza, vivió en un hotel familiar (hoy funciona el Hotel Costa Rica) ni bien se separó de Karina Duarte, su ultima pareja (“Estoy inhabilitado para el matrimonio”, escribió). Al recibir visitas, mostraba los baños comunes, patio y pasillo, resaltando las virtudes de servicios de agua caliente, limpieza y el respeto de cohabitantes del inmueble. Solo un vez, puertas adentro, en la habitación, mate de por medio, se quejaba por no tener lugar para haber llevado los libros con él.