“Come en casa Borges”, anota en su diario Bioy Casares por primera vez el 12 de enero de 1948. Los dos escritores se habían conocido en Villa Ocampo e instantáneamente se hicieron amigos. Durante casi cuarenta años la escena se repite todas las semanas con asombrosa perseverancia: Borges cena con Bioy y con Silvina Ocampo y, luego, los dos amigos se encierran en el escritorio para hablar sobre libros, escribir o preparar antologías. Habría que pensar que ese entorno de hábitos regulares y ordenados era una condición necesaria para la invención de tramas policiales o fantásticas. En el escritorio de Bioy (en el departamento de Coronel Díaz 2730, en el tríplex de Santa Fe y Ecuador o en Posadas 1650) nacieron las ficciones de Bustos Domecq y de Suárez Lynch; pero también las recopilaciones sobre Los mejores cuentos policiales, Poesía gauchesca, Cuentos breves y extraordinarios y, junto a Silvina Ocampo, la célebre Antología de la literatura fantástica. En un juego de puesta en abismo que Borges hubiera sabido apreciar, el voluminoso libro de Bioy sobre esos encuentros (1600 páginas) incluye una entrada donde los amigos hablan de Boswell y de Johnson. Borges se pregunta: “¿Sabría Johnson que Boswell estaba escribiendo la Vida? […] Eso explicaría la inactividad de Johnson en los últimos años: no sólo por pereza no escribiría, sino por la seguridad de que nada de lo que decía iba a perderse”. En seguida, Bioy reflexiona: “Yo me preguntaba mientras tanto si él sospecharía la existencia de este libro; si tendría curiosidad de leerlo; si lo corregiría”. Como James Boswell en la Vida del doctor Samuel Johnson, Bioy registra minuciosamente esos encuentros y compone la mejor biografía de una amistad intelectual.