En sus últimos años Bioy pasó muchos días comiendo en Lola, otro restaurante de Recoleta, pero que por aquellos años era un símbolo de la época. Sin embargo, a Bioy le gustaba comer casi siempre lo mismo, un menú, de hecho, elemental: papa natural y un bife o churrasco. También en Lola se encontraba con amigas y amigos para conversar sobre libros, propios y ajenos. Lola, que cerró sus puertas en 2013, fue uno de los bastiones gastronómicos del barrio, recibiendo a vecinos y a turistas de todo el mundo.