“Los muchachos armaron, como todas las noches, la mesa de truco, en ese café de Canning frente a la plaza Las Heras”. En esta frase hay muchas cosas, tantas, justamente, como pueden caber en una frase. Por un lado, podría decirse que aquí comienza la historia de Diario de la guerra del cerdo. Los muchachos, justamente, ya no son tan muchachos, no son para nada jóvenes. Y, en cambio, ven desde el café la primera paliza que le da un grupo de jóvenes a un viejo. La naranja mecánica, la novela, es de 1962, el Diario de la guerra del cerdo de 1969. No es improbable que Bioy leyera la novela de Burguess, donde en el comienzo hay una paliza y asesinato de un viejo. Suele pasar que dos escritores en distintas partes del mundo registren a la vez ciertos fantasmas de época. Los sesenta fueron probablemente la última década donde el mundo fue joven. Justo cuando Bioy, sin ninguna duda, ya dejaba de serlo.